Cómo limpiar los oídos sin introducir un hisopo
La cera es la forma del oído de protegerse
contra las amenazas externas. Producida por las glándulas ceruminosas, ésta
crea una barrera viscosa que ayuda a atrapar a los elementos que podrían
potencialmente dañar el oído interno. Los hisopos de algodón con frecuencia han
sido las herramientas más comunes para limpiar los oídos. Sin embargo, hay otro
método que presenta menores posibilidades de causar daño al conducto auditivo.
Pasos a seguir:
1
1
Limpia las partes externas de la oreja.
Toma un paño tibio y húmedo y coloca una pequeña cantidad de jabón suave sobre
él. Con cuidado frota el exterior de tu oreja, inclusive por detrás de ésta. Es
mejor hacerlo cuando estás en la ducha, así puedes enjuagar el jabón
fácilmente.
2
Llena una jeringuilla de oído con peróxido
de hidrógeno. Estos elementos se pueden comprar junto con un equipo para la
limpieza del oído en la mayoría de las farmacias. Coloca una pequeña cantidad
de peróxido de hidrógeno en un vaso limpio. Introduce el pico de la jeringa en la
solución, y tira del extremo del émbolo hacia ti. Esto atraerá el líquido hacia
el interior de la jeringa.
3
Inclina tu cabeza y coloca la solución.
Mueve tu cabeza hacia atrás y a un lado para exponer el oído que quieres
limpiar. Suavemente presiona la parte posterior de la jeringa para expulsar la
solución de peróxido de hidrógeno dentro del conducto auditivo. No lo hagas
demasiado rápido, o salpicarás otros sitios además de tu oído y crearás un
desorden.
4
Deja que el peróxido actúe. Una vez que
éste se encuentre dentro del oído, reaccionará con la cera. Sentirás una
sensación de burbujeo y chisporroteo en tus oídos. Una vez que esto cese,
inclina tu cabeza sobre el lavabo y deja que el peróxido de hidrógeno salga.
5
Seca el oído. Toma un paño limpio y con
suavidad frótalo por la oreja. No introduzcas el paño muy profundo dentro del
conducto auditivo.
6
Repite el proceso nuevamente para el oído
contrario.
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